En esta ocasión vamos a dejarnos llevar un poquito por las emociones y vamos a disfrutar con nuestros niños con un juego muy especial
:"Aprender las emociones jugando con los gestos"
Es algo que está muy de moda y que realmente nos va a llevar a un mundo en el que los sentimientos y la diversión van cogidos de la mano.
Este juego está pensado y diseñado exclusivamente por XARADNA y por supuesto dirigido por profesionales a los que siempre pido opinión e incluso ideas de cómo enfocar mis distintas creaciones.
El juego completo lleva siete caritas (de ahí el nombre del mismo) y una bolsa de hilo bordada a mano al igual que las distintas estrellas.
Miedo, tristeza, burla, felicidad, irritación, alegría, hostilidad, complicidad, divertido...historias a las que nos podemos rendir dando vida a cada sentimiento o emoción.
Paul Ekman, el descubridor de las microexpresiones, afirmó que nuestro organismo ya venía preparado "de fábrica" para el reconocimiento de las emociones. Es algo evolutivo: Cuando no existía el lenguaje, entender al otro rápidamente interpretando la expresión de su rostro podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte si nuestro compañero estaba preocupado ya que teníamos un tigre detrás de nosotros. Paul Ekman, mediante diversas tareas experimentales, demostró que la expresión de las emociones está controlada involuntariamente por el sistema nervioso autónomo y que estas son universales, es decir, que un niño de una tribu aislada de África que nunca ha tenido contacto exterior moverá los mismos músculos faciales cuando sienta alegría que los que moverías tú, que estás leyendo este texto a través de un ordenador. ¿Qué significa esto? Que la manifestación facial de las emociones no requiere de aprendizaje alguno, es un reflejo que todos tenemos por igual. Y nuestro cuerpo también viene preparado para reconocerlas en los demás. Pero ¿Qué ocurre? Que, culturalmente, no está bien visto ir por ahí manifestando abiertamente lo que sientes. Obviamente, esto varía de unas culturas a otras; por ejemplo, no es lo mismo en los italianos que en los japoneses, para quienes fue necesario aislarlos totalmente para que manifestaran abiertamente expresión en su rostro: Jamás lo hacen con otras personas presentes. ¿Esta inhibición social repercute de alguna manera? Obviamente. Seguramente te creas capaz de identificar sin problema todas las expresiones. Si tienes cinco minutos, no estaría mal que pusieras a prueba esa capacidad mediante este sencillo test desarrollado por unos expertos en lenguaje corporal de la Universidad de México:
http://lenguajecorporal.org/microexpresiones-test/
¿Qué tal? ¿Has obtenido la máxima puntuación? Seguro que en alguno has fallado. ¿La mala noticia? Que la inhibición social te ha producido un desaprendizaje a la hora de ser capaz de detectar las emociones en el rostro de los demás. ¿La buena noticia? Que, dado que nuestro cuerpo viene predispuesto al reconocimiento de emociones, esta habilidad puede entrenarse fácilmente. Y, cuanto antes se empiece a entrenar, más sencillo será. El reconocimiento de las emociones, tanto en los demás como en uno mismo, correlaciona directamente con el desarrollo de la empatía y la inteligencia emocional. Ayudando al desarrollo de nuestros hijos en estas áreas desde que son pequeños fomentará una posterior facilidad a la hora de establecer relaciones sociales, de saber comunicarse de manera constructiva y de tener una vida emocionalmente sana.
Una manera sencilla y apropiada de ayudarles es mediante el juego. El juego está planteado precisamente para ello. Cada una de las estrellas tiene una expresión facial distinta, y son individuales y tridimensionales para que el niño pueda jugar e interactuar con ellas. A continuación proponemos algunas modalidades de juego:
Todas las estrellas se sitúan frente al niño, y los padres deberán expresar una emoción con su propio rostro. Después, el niño tiene que coger la estrella a la que corresponda dicha emoción.
Todas las estrellas se sitúan frente al niño, y los padres nombran una emoción: el niño debe coger la estrella que exprese dicha emoción.
Todas las estrellas se sitúan boca abajo frente al niño. Los padres le dan la vuelta a una de ellas y el niño debe nombrar la emoción que aparece en ella.
Todas las estrellas se sitúan frente al niño, y después de que él las vea se les pone boca abajo. A continuación los padres realizarán una expresión facial con su rostro, y el niño debe intentar recordar dónde estaba esa expresión dándole la vuelta a las estrellas.
Los padres deberán inventar una pequeña historia cuyo protagonista se enfrente a una situación donde cabe esperar que se produzca una emoción. El niño debe intentar adivinar cómo se siente el personaje escogiendo una estrella.
Los padres, frente al niño, teatralizarán un diálogo en el que sea identificable una emoción. El niño escogerá la estrella que le parezca apropiada.
7. También puede ser tan simple como ir cogiendo de la bolsa una estrella sin que la vea
la persona o niño que esté enfrente y gesticular para que la acierte.
A tener en cuenta:
Según los estudios de Piaget (replicados posteriormente hasta la saciedad) los niños no tienen permanencia de objeto hasta que finaliza su etapa sensoriomotora, más o menos hasta pasados los dos años. Esto se traduce en que en la tarea Nº 4 si el niño aún no tiene permanencia de objeto es imposible que acierte las emociones por encima del nivel de azar. Esto no indica un déficit de memoria visual ni nada parecido, es algo que es común al desarrollo de todos los niños.